miércoles, 14 de diciembre de 2022

LA ZOZOBRA DE JOSÉ

 Pasados los cinco meses, —ya la preñez se notaba

en el vientre de María, —que nada disimulaba,

de modo que su marido —inquieto se preguntaba

que podía haber pasado —puesto que era intocada,

porque fiel a la promesa —hecha a la recién casada

de no tocarle ni un pelo  —ni de meterla en su cama

con ella había vivido —como si fuera su hermana.

Se había guardado casto, —no era culpable de nada.

—¿Me habrá traicionado acaso —y sin que yo lo notara?

se preguntaba angustiado —aquel sujeto sin tacha

que repudiar no quería —a su esposa bienamada.

¡Vaya un escándalo fuera —que ella lo traicionara!

No quería ni pensarlo —La idea lo trastornaba.

Cogido en un mar de dudas —y no queriendo mancharla

publicando su vergüenza ni al Sanedrín denunciarla

como mandaban las leyes, —determinó abandonarla,

irse de casa a escondidas, —marcharse por la callada

sin dar cuarto al pregonero —ni a nadie decir palabra,

De abandono del hogar —prefirió que lo acusaran

antes que echar la culpa —a su esposa infortunada.

Estaba a punto de hacerlo —cuando de madrugada

mientras del lecho revuelto —a alzarse se aprestaba

porque no había dormido —en toda la noche amplia

un ángel se le apareció, —le dijo que se calmara

porque no había motivo —para hacer lo que pensaba.

La ha poseído el Espíritu —al que Santo todos llaman,

porque Yahvé lo ha querido; —hecho no ha cosa mala

la que tienes por mujer —pese a que está preñada.

Cosas peores se han visto, —no hay lugar para la alarma.

Tranquilízate, José, —no hagas una montaña

de un granito de arena —que apenas del suelo alza.

Que abandones el hogar —no hace ninguna falta

puesto que tu mujer —no es culpable de nada.

Sigue viviendo con ella —como si nada pasara.

Convencido el carpintero —del ángel por la palabra

ya no dudó de su esposa, —consintió en tenerla en casa

mientras Dios fuera servido —y así lo determinara.

No hay comentarios:

Publicar un comentario