Dice SALVADOR FREIXEDO, jesuita expulsado de la Orden.
Es un dios, el del cristiano,
monstruoso;
es, el dogma de la Iglesia,
extravagante;
individuo, el fiel creyente,
temeroso,
y, ofendido, la abandona el fiel
pensante;
no se puede insistir perseverante
en que aguarda a los malvados el
infierno,
ni en que el lazo conyugal perdura
eterno,
ni en un credo que a la mente es
repugnante.
Dice el poeta
Te has impuesto, dices, un
apostolado,
el fomento en todos, de la reflexión,
cualidad preciosa que el dios nos ha
dado
que suplante, ajena a la
intimidación;
porque humilla al hombre esa
pretensión
de atemorizarlo para hacerlo bueno,
de quererlo malo si no le echan
freno,
de manipularlo con vil coacción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario