Dice JOSE ANTONIO PIÑEIRO, mató a su
esposa.
Dila con un
busto, a mi fiel consorte,
que del Corazón de Jesús sagrado
entronado estaba haciéndolo corte
en el comedor del piso alquilado;
sin un mal suspiro ni haber
protestado
que aún era joven y la quise antaño
pese a haberle hecho el último daño
se murió en el acto. Fui de Dios
mandado.
Dice el poeta
Cuentan que era viernes y televisivo,
que nada anunciaba el trágico hecho,
que visto el programa del tubo
cautivo,
fuiste al dormitorio, como es tu
derecho,
donde a tu señora le animaba el pecho
el soplo tranquilo de apacible sueño,
y que de tus actos no siendo ya
dueño,
sus sesos majaste sobre el casto
lecho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario