Dice ANTONIO RAMONI, párroco de
Calcata.
Mínimo el prepucio que saló María,
de Jesús infante, recién circunciso,
(verdadera carne el pueblo lo quiso
sólo aunque lo sea la Eucaristía),
hánnoslo robado a la feligresía
que lo veneraba, y de mil portentos
grata le achacaba los merecimientos,
y auténtica crédula jamás le exigía.
Dice el poeta
De la tal reliquia dícese que abunda
y en el ancho mundo se le dan
devotos,
que la jerarquía el mito secunda
y en triunfo la saca y acepta
exvotos;
mas si a cojos torna montaraces
chotos,
sanan los leprosos y vuelven los
muertos,
¿quién exigiría los prepucios
ciertos?
Lo milagros valgan, de porqués
ignotos.
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