Dice ANTONIO GONZALEZ VEGA, conductor de un autobús.
Un Pegaso conduciendo me volvía
de aquel centro milagroso lusitano
donde en mayo vio a la Virgen la
Lucía
sobre un árbol, con su hermana y con
su hermano,
cuando un ángel lo arrebata de mi
mano
y domina campeón la carretera,
al pasaje la avaricia vitupera
y recorre en un suspiro sierra y llano.
Dice el poeta
De un ángel veneran levísima pluma,
se admira caído maná del desierto,
de Satán un casco, un viril ahúma,
de Yahvé la arcilla que amasó en el
huerto;
si piden salud a monjil brazo yerto
y se acuesta a reyes con isidras
momias,
¿quién ha de tacharte, sin en Miguel
encomias
que en fórmula uno sea santo experto?
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