¿Qué
pensaremos de aquellos —que elegir sexo defienden
como se
elige corbata —en los grandes almacenes?
Ya una
rareza no son —y en los USA aparecen
padres que
dan a sus hijos —fármacos e ingredientes
que la pubertad retrasan —y en la niñez los mantienen
que la pubertad retrasan —y en la niñez los mantienen
para que
puedan más tarde —decantarse libremente
(tales
son sus argumentos —eso dicen que pretenden)
por el
sexo que prefieran —y que más les interese.
Como
aquellos cristianos —que el bautizo difieren
hasta
que ya son adulos —y las canas aparecen.
El no
hacerlo de ese modo, —aquellos padres sostienen
frente
a sus adversarios, —tiene el inconveniente
de mantener
a los hijos —en un sexo que no quieren
aunque
la Naturaleza —pensado lo ha diferente.
La
libre elección del sexo —al individuo compete.
Si has
nacido varón —pero ser hembra prefieres
acudes a
un cirujano —para que el asunto arregle
y una
vagina provea —donde antes hubiera un pene
o un órgano
viril —si del otro sexo eres.
Tales milagros
ocurren —cuando la Ciencia interviene,
pues
Natura es imperfecta —y enmendarle conviene
la
plana que ha escrito —solo atendiendo a los genes
sin que
le importe una higa —lo que el individuo piense.
Todo el
mundo es creador —puede hacer lo que le pete,
transformar
machos en hembras —o hembras en otros seres
que el
capricho les dicta —o la moda les sugiere
contra
concierto y natura —le pese a quien le pese.
Bendita
sea la Ciencia —que tales prodigios puede.
Nos
igualamos a Dios, —ya levantamos Babeles
sin temor
a que las lenguas —se confundan y entremezclen.
Ya
rechazamos los límites, —ya no somos diferentes
los
varones de las hembras, —y los pocos que disienten
de lo
que dicta la moda —o que la Ciencia sugiere
aun
siendo el mayor absurdo —que imaginar se pudiere,
son
retrasados y ‘carcas’, —ignorantes, pobres gentes
que
empecinados se empeñan —en ir contra la corriente.
Ya se
imponen los debates —que únicamente conciernen
a una
estricta minoría —de los sociales agentes,
bisexuales,
transgénero, —lesbianas y otras sandeces
que se
quiere hacer pasar —por progreso y ‘moderneces’.
Tan solo una
minoría —de infelices burgueses
que no
se aceptan cual son —y a disgusto se sienten
en la
piel con que han nacido —y transformarla pretenden.
Transgenerismo
lo llaman —los que el absurdo defienden.
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