Amanecía
en Chicago, —un día de San Simón,
cuando una esposa aburrida—se asomaba a su balcón,
para ver lo que pasaba —todo a su alrededor.
cuando una esposa aburrida—se asomaba a su balcón,
para ver lo que pasaba —todo a su alrededor.
Se
levantara dispéptica—porque la noche anterior
había
cenado fuera—y tarde se recogió.
Estaba así lamentando —su escasa moderación,
cuando pasó un vihuelista—que una copla le cantó.
— ¡Sal al balcón, mi morena, —asómate, qué te dé el sol,
que necesitas el calcio —después de un exceso o dos!
Estaba así lamentando —su escasa moderación,
cuando pasó un vihuelista—que una copla le cantó.
— ¡Sal al balcón, mi morena, —asómate, qué te dé el sol,
que necesitas el calcio —después de un exceso o dos!
Y tras
cantarle la copla; —enhebran conversación.
—Mi marido no está en casa, —que por negocios salió;
por tanto estoy si os conviene—a vuestra disposición.
—Mi marido no está en casa, —que por negocios salió;
por tanto estoy si os conviene—a vuestra disposición.
Tan
pronto lo había dicho—el menda aquel lo aceptó
y se dispuso al momento —a dejar alto el pendón
y se dispuso al momento —a dejar alto el pendón
como lo
manda y ordena—la usual convención:
a una hembra que está en celo—nadie ha dicho nunca no.
Es al menos lo que afirma—de la nación el ‘folclor’.
a una hembra que está en celo—nadie ha dicho nunca no.
Es al menos lo que afirma—de la nación el ‘folclor’.
Abriole
ella la puerta—lo llevó a su tocador,
Se puso
una negligée—y se entregó a su pasión.
Pasaron
así tres horas—que instante les pareció,
Y
satisfecho el deseo—a su lado él se durmió.
Mas
mira que es mala suerte—el marido regresó
antes
de tiempo a su casa—y el pastel descubrió,
lo que
le supo a triaca—y mucho lo disgustó.
Que
cuando uno se casa—quiere ser en exclusión
El solo
gallo en la arena—sin ningún competidor.
Llama con fuerza a la puerta—y golpea el aldabón
Llama con fuerza a la puerta—y golpea el aldabón
con redoblada
energía—fruto de la indignación.
Se ha
levantado la esposa,—ha bajado al corredor
hasta
la puerta de entrada —que abre ante el fragor
que ha
armado el marido—presa de ira y furor.
—¿Por
qué tardaste en abrirme?—¿No oíste acaso mi voz
que no
admitía demora—tardanza ni dilación?
—Acaba ya tus berridos—que te oirá todo Dios
—Acaba ya tus berridos—que te oirá todo Dios
y
pensará me maltratas—y acudirá en mi favor;
Me he demorado en bajar—para arreglarme mejor
y evitar que me vieras—sin peinar y en camisón;
que me tomaba un descanso—antes de la labor.
que a las mujeres señala—la arcaica tradición:
Mas puesto que ya has llegado—sube a mi habitación.
La encontrarás en desorden—me falta organización.
Me he demorado en bajar—para arreglarme mejor
y evitar que me vieras—sin peinar y en camisón;
que me tomaba un descanso—antes de la labor.
que a las mujeres señala—la arcaica tradición:
Mas puesto que ya has llegado—sube a mi habitación.
La encontrarás en desorden—me falta organización.
Espera
a que me arregle—ten paciencia y comprensión.
—Oigo
ruido en tu cuarto,—¿Quién anda con precaución
como si
evitar quisiera—llamar de otro la atención?
—En mi cuarto no está nadie—es pura imaginación.
—En mi cuarto no está nadie—es pura imaginación.
Siéntate
un rato y descansa—tómalo con moderación.
Y dejándolo
plantado—se fue a arreglar el follón.
—Has de
marcharte de prisa,—dijo a su relación,
y sin que nadie te vea;—hazlo con prevención.
y sin que nadie te vea;—hazlo con prevención.
Si mi
marido descubre—nuestra combinación,
buena la
habremos hecho—no tendremos salvación,
Que nos
ayuden roguemos—y nos muestren su favor
todos
los santos que habitan—en la celeste mansión.
Hará un
desaguisado—si no le queda otra opción.
Date
prisa y espabila—y salta a ese callejón
que desde
aquí se divisa—con cuidado y precaución;
de no
romperte una pierna—y así llamar la atención
de quien
pasa descuidado—absorto en meditación.
Así lo
hizo el cuitado—y aprovechó la ocasión
para exhalar
un suspiro—de alivio y mitigación,
pues peligroso
es herir—de un marido el honor.
Mientras
tanto aquel marido,—presa de la frustración,
aguantar
ya no podía—tanta espera y dilación.
De modo
que levantándose—se dirigió al comedor
donde halló
puesta la mesa—para un convite de dos.
Confirmadas
sus sospechas—a su presencia llamó
a la
esposa que tardaba—allá en su habitación.
—¿Qué
significa esta escena,—este almuerzo para dos?
¿Quién compartía contigo—esta mesa y refacción?.
¿Quién compartía contigo—esta mesa y refacción?.
Si no
lo aclaras al punto—y me das explicación,
a fe
que lo pagas caro—y armo un lío y follón.
Intimidada
la esposa—no acierta a decir razón
Lo que
al marido encabrita—y empuja a gritar traición.
Mas mientras tanto el amante —saltando por el balcón
Mas mientras tanto el amante —saltando por el balcón
Se había
puesto a recaudo—y ya nada le pasó.
A
partir de ese momento—los cuernos siempre exhibió
aquel
marido burlado—al que la esposa engañó.
Que
fuera una fementida—nunca a probarlo acertó.
En agua
pues de borrajas—todo el asunto quedó.
Nadie salió
malparado—y todo bien terminó.
En paz vivieron
entonces—hasta que la hora les llegó
de abandonar
este mundo—de rendir cuentas a Dios.
Impunes
quedan los crímenes—que ninguno resolvió.
Que no recibe el culpable—siempre lo que mereció.En este mundo vivimos—tal vez no lo hay mejor.
No queda pues que aceptarlo—tomar las cosas tal son.
Resignado os lo aconseja—vuestro humilde servidor.
Aquí paz y luego gloria—nos la dé buena el Señor.
Ja, ja, ja, esa es buena. No te falta imaginación, hermano.
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