—Jesuino, Jesuino,—joven de todos querido:
dime que quieres a cambio—para ser mi prometido.
—No otra cosa deseo,—heme aquí pronto y listo.
pedid por esa boquita,—haced vuestro el gusto mío.
y para no perder tiempo,—hagámoslo de corrido.
—Que me place, hombre apurado,—venid al lecho conmigo,
que horas que pasan ociosas; —son puro tiempo perdido,
y de este modo curioso—fue el asunto concluido.
Se solazaban los dos—sin bulla hacer ni ruido
dime que quieres a cambio—para ser mi prometido.
—No otra cosa deseo,—heme aquí pronto y listo.
pedid por esa boquita,—haced vuestro el gusto mío.
y para no perder tiempo,—hagámoslo de corrido.
—Que me place, hombre apurado,—venid al lecho conmigo,
que horas que pasan ociosas; —son puro tiempo perdido,
y de este modo curioso—fue el asunto concluido.
Se solazaban los dos—sin bulla hacer ni ruido
cuando el padre de la joven—los sorprendió de improviso
con las manos en la masa—pecando de lo más lindo,
quedó el buen hombre del choque—atónito y sorprendido.
y de primera intención—no supo tomar partido,
mas recobrado el aliento—y viendo a los dos dormidos.
dejó para otra ocasión—la punición y el castigo.
Primero hay que pensarlo,—sentado a solas se dijo
que lo que aprisa se hace—de la culata es el tiro.
Mientras tanto los dos jóvenes—ajenos a lo ocurrido
quedó el buen hombre del choque—atónito y sorprendido.
y de primera intención—no supo tomar partido,
mas recobrado el aliento—y viendo a los dos dormidos.
dejó para otra ocasión—la punición y el castigo.
Primero hay que pensarlo,—sentado a solas se dijo
que lo que aprisa se hace—de la culata es el tiro.
Mientras tanto los dos jóvenes—ajenos a lo ocurrido
se la pasaban en grande —y gozaban de lo lindo;
dejando a un lado las penas—la contrición y el conflicto.
dejando a un lado las penas—la contrición y el conflicto.
A cada día lo suyo;—no se impone el anticipo;
no hay que dolerse a destiempo—de algo aún no sucedido.
no hay que dolerse a destiempo—de algo aún no sucedido.
Bendito sea el filósofo—que nos deja así tranquilos.
Pero el padre de la moza—no era de su mismo aviso,
y buscándole remedio—al baldón sobre él caído
se preguntaba qué hacer—el ánimo dividido,
y buscándole remedio—al baldón sobre él caído
se preguntaba qué hacer—el ánimo dividido,
¿Perdonarlos sin más trámite—dando la cosa al olvido,
o sin tardanza aplicarles,—que fuera ejemplo un castigo?
Y se arrancaba los pelos,—en el dilema cogido.
Vino a sacarlo de él—cual un milagro divino.
un expediente dichoso—jamás a nadie ocurrido:
hacer que yacieran juntos—el uno al otro unidos.
hasta hartarse de la cosa—y pedir tregua y respiro
Que el mucho dulce empalaga—y hay que tomarlo a poquitos,
No se sabe si aquellos dos—la Historia no nos lo ha dicho,
aprendida la lección—y recobrado el sentido
fueron más sabios después—atentos y comedidos
sin
excederse en el goce—ni sin pasarse en el rijo.Aquí paz y luego gloria,—a todos deseo y digo,
que piensen antes de obrar—y entrar por el mal camino.
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